lunes, 10 de agosto de 2020

Perdida

Cuando no sabes qué destino buscas, ningún camino vale.
No nací con una vocación, con 10 años estaba igual de perdida que con 27, sin saber cual es mi trabajo ideal.

Se me da bien pensar, buscar soluciones, los retos, los números. Hasta ahí puedo leer.

Estudié algo que no me disgustaba porque estaba donde quería estar, por dos veces. Sacando materias adelante para aprobar y no tener que devolver una beca. Sin ver en ninguna algo apasionante, exceptuando quizá una, que realmente dudo si lo que me gustó fue la forma de explicarla esa profesora.

Me puse a opositar, de otra cosa, por buscar un destino ya que sin experiencia nadie te quiere. Pero tuve la mayor de las suertes hoy en día y buscaban mi perfil.

Ahí empezó todo a ser mejor: lo mínimo que sí quería para mi día de mañana lo tenía: trabajo diverso, el mayor tiempo en una oficina sin pasar frío ni calor y delante de un ordenador; de vez en cuando teniendo que viajar... Todo apuntaba a que ese era mi sitio.

Pero llega el efecto externo. Ese que nadie le da valor a tu trabajo, que "eso no es ingeniería". También influye y mucho el no tener capacidad económica para poder mantenerme sola, y la clara parte de que en mis sueños de pequeña si entraba estar ahora mismo con mi pareja.

Porque si, todos hablan de sus planes de futuro, de sus casas, de sus planes en pareja, y ves que tú no tienes nada de eso, que tu vida está estancada y que parece que no va a aflorar por ningún lado, que la vida pasa y a ti se te escapa.

Y ya no sabes qué hacer, por dónde tirar ni que rumbo tomar.  Porque no sabes cúal es tu finalidad, y por tanto no sabes como hacer el camino.

Tantos amores

En lo que llevo de vida he conocido muchos tipos de amores.
Hay amores con los que nacemos, ese amor de nuestros padres, hermanos y familiares que sin habernos visto la carita ya nos quieren con todo su corazón.

También hay amores que van surgiendo del día a día: los cuidadores en la guardería, los amiguillos que hacemos en el preescolar... Hasta esos que, con 6 años simplemente se acercan y te preguntan si quieres ser su amiga.

Hay otros amores que no son tan dulces ni tan bonitos, porque todos hemos tenido la edad del pavo y nos hemos enamorado y nos han partido el corazón, pensando que nunca volveríamos a querer a alguien de esa manera. Benditos dieciaños.

Tenemos otros amores, de esos que nos duelen, pero físicamente, y es que cuanto mas fuerte te pega tu herman@ o más te hace rabiar más te quiere. Cada uno demuestra el amor a su manera.

También hay amores que se van apagando según los años, y es que ya sabemos, que no todo es eterno, incluido las amistades del colegio.

Tenemos el amor de la familia que no es de sangre, esa que no se mide en años ni cantidad, si no en calidad y momentos juntos.

Y no olvidemos ese amor eterno de todos esos hombros que tenemos dispuestos para aguantar nuestros llantos, aunque sean por algo que nos dijeron que no era buena idea hacer.

Hay amores del "te lo dije" que nunca se dice y se cambia por un "todo saldrá bien".


domingo, 9 de agosto de 2020

Principes sin corona

Una vez leí un post que venía a contar la siguiente anécdota:

"A mi madre siempre le ha gustado coleccionar tazas de los lugares que visitábamos. Cada vez que viajábamos y traía una mi padre se enfadaba porque ya no había hueco en la cocina donde poder guardarlas.

Años después, mis padres se divorciaron y mi madre conoció al que a día de hoy es su novio. Este, en cuanto supo que coleccionaba tazas, hizo una estantería en el salón de suelo a techo para poder poner las que tenía y las que viniesen"

Moraleja: Quien cuide lo que te hace feliz, ahí es.