No eres una persona que se pueda considerar deportista. Es algo que asumes sin problema ni dramas. Por eso cuando hay que correr empiezas fuerte y rápido, primer error de novato.
Después lo notas llegar, el flato, ese que se te agarra dentro y aunque quieras luchar contra él, ya ha ganado la partida en cuanto ha hecho acto de presencia.
Así que te paras, coges aire e intentas conseguir que siga su camino, e intentas parecer que no te está haciendo daño. Respiras hondo, vete, vete, vete. Y cuando ya se ha ido, cuando ya puedes volver a seguir corriendo, lo que perseguías ha desaparecido.
Pues lo mismo con la ansiedad y el amor.