Hasta que no decimos las cosas en alto, no las tomamos como realidad.
En algunos momentos, cuando todo estaba en el fondo, he reconocido por un instante de donde viene todo. Es el momento de alargar ese instante, de dejar todo fuera. Y como en toda historia fantástica, todo empezó como si nada:
Hace 10 años, en una noche de verano, (como cualquier otra), estaba en la placita sentados en un banco. De repente, sonó la puerta de la urbanización. Sonaba mucho jaleo. Y de repente, apareció: un chico, con un pendiente en la oreja y una bici a cuestas, con una tropa detrás.
"Somos de la urbanización de enfrente y venimos a conocer gente" nos decía. Y no sé qué más nos contó, porque no podia parar de mirarle.
Andamos por la urbanización. Fue la primera vez que bajé la mirada e hice un chequeo a un chico. "Que culo tiene" fue lo que se me pasó por la cabeza.
Cuando ya se fue, todos decían que vaya chaval, que "cani". Pero yo no hablaba, a mi me habia encantado.
Una noche, comiendo unas pipas, fue la noche que marcaría mi vida para siempre.
El siguiente momento, también otra noche como cualquier otra, suena el timbre. "Un amigo de tu hija ha vaciado extintores", eso le dijeron a mi padre. Y su defensa fue " ¿Como voy a hacer eso? si hay un incendio seria un peligro" seguido de una sonrisa. No una sonrisa cualquiera, sino LA sonrisa, la que hizo que me enamorara.
Y desde ese día hasta 8 años después, pasaron muchos, pero ninguno consiguió que mis manos dejaran de sudar cuando aparecía, ni que no pensara en él durante 3 días solo por decir hola por internet.
Porque si, el mundo se paraba cuando él daba señales. Dicen que la distancia hace el olvido, pero viviendo a 300 km y solo viéndole 2 meses al año, no conseguí sacarle de mi.
Viví mis momentos con él. Engaños y desengaños, amor, besos con un sabor que nunca he vuelto a repetir, y no por lo bien que fuera, sino por los labios de los que venían; mentiras; verle con todas, hasta co mi mejor amiga.
Lloré, fantasee... 8 años dan para mucho.
7 años después llegó el momento: la máxima unión que puedes tener físicamente con alguien. "Es solo una aventura de una noche, no puede volver a entrar y dejar todo revuelto porque se va a marchar", juro que lo conseguí, conseguí estando enamorada de él no sucumbir a esperar más que una noche mágica. Quizás fue eso lo que hizo que fuera él quien quisiera siempre una noche más.
No fue hasta la tercera noche durmiendo juntos cuando decidí dar el paso. Sabía que esa noche sería la mejor noche de mi vida. Qué equivocada estaba.
Conseguí tomarmelo como una aventura que se acabaría cuando saliera el sol. Pero salia el sol, y tu podías verle con otras y estar con otros sin que doliese. Erais cómplices. Ibas con la manada, como uno más, y nadie notaba que no eras como uno de ellos. Estaban agusto contigo, todos y cada uno de ellos, sus amigos.
De una noche vino otra, y otra más. Y las noches de verano empezaron a ser más frias, Septiembre ya llegaba y era hora de despedirse. Un abrazo, y ya vamos hablando.
Vuelta a la realidad. No había ninguna lágrima. Sabía que ya estaría con otras tres y como si nada. Pero no me importaba. Le conocía y le queria tal y como era. Y lo asumía, porque sabia los pasos que debía seguir para no llorar: no hablar, no buscarle en todos lados, no pensar en él.
Y también lo estaba consiguiendo. Quizás por eso era él quien venia. Quien se enfadaba porque no le habia contado algo.
Una vez más, como si nada, el hablar de vez en cuando se convirtió en hablar diariamente. Él se había echado novia, y yo me alegraba de corazón. Era mi amigo, y pasara lo que pasara le seguiria queriendo siempre.
"Quiero hablar mas contigo, no me dejes de responder", esa era su respuesta cuando le decía que no queria molestarle si andaba por ahí con alguien o alguna.
Él vino a verme. Fue un fin de semana perfecto. Un 11 sobre 10.
Y luego tocó al revés. Una escapada, donde nadie nos viera. Velas, vino, una caja llena con todo lo que alguna vez le pedí. Dicen que la perfección no existe, pero están muy equivocados. Él prefería un finde contigo a solas que con su novia. Y a mi no me importaba, porque era mi momento y nadie me lo iba a robar.
De aquí pasamos a una declaración: "Voy a dejar a mi novia, porque aunque no estes aqui eres tu con quien quiero estar, y se que aunque siga con ella vas a seguir ahí". Por una vez, parecía que el chico decia "no quiero" para quedarse con la otra.
Yo no quería, eso era mucho más de lo que estaba preparada, pero, como él me enseñó, lo vivido se queda en la piel.
Llamadas diarias, colgados de un teléfono horas y horas. Sin faltar la sinceridad. Él sabia que yo no podria confiar en él. Y él veia una complicidad con la que veía futuro. Las buenas noches se convirtieron en skype hasta que uno se quedara dormido. La pelea por conseguir despertarte primero para desearle los buenos días al otro.
¡Dios! La realidad estaba superando los sueños de 8 años.
Pasan 2 meses así, los dos meses más magicos de mi vida. Y llega navidad. Sigo sin confiar en él, y a la mínima se lo que esta haciendo. Y lo ha estropeado. Y se acaba, sin que tenga la dignidad de reconocer que le he pillado.
Y se rompe la burbuja,suena crash, y su altar se ha roto. Se acabó lo que siempre quise. ¡AL FIN! Se acabaron las manos sudadas, que el mundo se pare porque él suspire.
"Ahora puedo empezar de verdad, querer de verdad a otro chico" pensé tras recuperarme, pero nunca del todo, ya que esa parte de mi no sigue, y ahora todo es diferente: Mi amor propio, mi confianza...
Nadie termina de convencerme. No llega nadie que haga que me suden las manos. Las cosas funcionan hasta que alguno se enamora. Y ese alguno nunca soy yo.
Ya van 3 años, y no he vuelto a sentir ese cosquilleo. He fantaseado con que otro me hiciera sentir algo igual. Y ha parecido a veces que si, pero en apariencias quedó. Y cada día tengo mas seguro que nos enamoramos una vez en la vida, y yo me enamoré de la persona equivocada.
Porque siempre le querré. Pero no sigo enamorada de él.
No se puede dejar de querer a alguien que ha sido tú todo, a pesar que no fuera reciproco. Pero no se puede estar enamorada de quien se llevo tu autoconfianza, tu forma de ver la vida, quien se llevó el pensar que puedes ofrecer mucho al mundo.
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